lunes, 26 de marzo de 2007

Llueve en Primavera

Perro torció el hocico como un parpadeo. Le había parecido sentir la picadura húmeda de una gota. El olor del mar se colaba entre las rendijas del contenedor que le servía de apartamento en primera línea de Puerto. Una brisa fresca del Norte silbaba una canción que hacía tiempo que no sentía. Tanto sol de marzo empezaba a tostarle las emociones, incapaz de emocionarse ante un día soleaado.

Echaba tanto de menos la lluvia que le costó admitir que no estaba soñando. De un salto inusual Perro emergió entre los cartones del contenedor y brincó hacia el asfalto mojado. Aún era de noche y la farolas desparramaban charcos de luz dorada por la carretera empapada. Aquí y allá repiqueteaban tímidas gotas. Perro se dejó caer y dejó que el agua le empapara el pelaje, rascándose la espalda con el resbaladizo roce de un paso de peatones. Y correteó hacia el puerto dejándose sorprender a cada paso por el frescor del piso. Si pudiese sonrteir con cara de tonto lo haría, pensó Perro y, a cambio, aulló como sólo saben hacerlo los perros que alguna vez se han cruzado en su camino con un lobo. Pero esta es otra historia.

Foto: Alice Swanson http://www.flickr.com/photos/-aliceswanson-/429381088/

lunes, 12 de marzo de 2007

Invierno

Los perros también hibernamos –seguimos por ahí, puedes vernos fácilmente–, pero en invierno vagabuendeamos encogidos sobre nosotros mismos, enrocados en nuestros más oscuros pensamientos. Pero hoy no, hoy me he levantado y por enésima vez brillaba el sol. No es un espejismo. Es primavera. Quizá demasiado pronto, pero toca florecer.

Y todo esto lo pensó Perro mientras se hacía un ovillo enroscándo la cabeza entre los cuartos traseros prometiéndose que al día siguiente saldría de nuevo a morder los tobillos de los transeúntes.