lunes, 2 de julio de 2007

Al tercer día (Maldita herencia y 2)

Al tercer día, Perro resucitó de entre los cartones. Jodido pero contento. El culo aún le recordaba su mal cíclico con picotazos de dolor. Ese puto grano ya casi estaba vencido, una vez más, hasta la próxima. Ya sólo era ese dolor sordo que con los años le era demasiado familiar por lo que, confiado en la experiencia de otras guerras se incorporó y echó a andar. No hay nada como caminar, a paso lento, tranquilo. Era de las pocas cosas de las que estaba convencido y de las que jamás se cansaba. Caminar escuchando las músicas que suenan en la cabeza, oliendo la vida. Caminar y sentarte a descansar mirando el mar sin que te duela el culo... qué placer.