miércoles, 18 de abril de 2007

Atolladero

Cuando comprendió lo que iba a suceder era ya demasiado tarde. El coche le golpeó en los cuartos traseros y Perro voló a ras de asfalto ahogando un gemido lastimero. Un corto vuelo rasante durante el que tuvo tiempo de entender que le iba a doler mucho más de lo que podía imaginar. No se equivocaba. Una quemazón lacerante le envolvía las patas traseras y no alcanzaba a gemir, dudando entre aullar de dolor o de pena. Tendido sobre el asfalto mojado se abandonó a su ruina, decidido a morir en el atolladero.